martes, 6 de agosto de 2013

COSAS DE MATRIMONIO



Cariño, este sábado nos vamos de fiesta. 
Este anuncio me lo hizo mi esposa al principio de semana.
Aunque debería gustarme la idea no pude evitar enfurruñarme un poquito, todas mis fantasías de jugar en el día que teníamos para nosotros solos se evaporaban, llevábamos, ya, mas de un mes sin “practicar” y, parecía que la cosa se iba diluyendo. ¡En fin!, así estaba la situación y, si mi amor, no tenía interés a mi no me quedaba otra, intentaría divertirme con un sábado vainilla, cena, copas y, si ella lo consideraba oportuno y no nos “perjudicábamos” mucho, quizás me sacase el cinturón de castidad para rematar con algo de sexo para coronar el sábado.


El sábado empezó mucho mejor de lo que esperaba, por la tarde, después de la siesta, se acercó a mi y me quitó el CB, “querido, un poco de calentamiento no nos vendrá mal para esta noche”, me dijo con su sonrisa mas luminosa, acto seguido, con gran alborozo por mi parte, me ató los huevos y procedió a un pequeño calentamiento en forma de azotes.



¡Dios! ¡Que placer! Sentir de nuevo como mi cuerpo recibía esos azotes tan deseados de mi diosa, mi espalda, mi culo, incluso mi polla (que reaccionó al instante), encajaron la gracia que se dignaba otorgarme.





Después de una buena sesión de azotes cumplí como buen sumiso mi deber de besar y lamer a fondo a mi diosa para que, ella también, obtuviera su derecho al placer.




Llegó la noche, subimos al coche y me dijo: “Hoy me siento un poco perversa así que vamos a disfrutar muucho”, no pregunté, sólo conduje donde ella me indicó.
Aparqué en un local que desconocía personalmente pero que habíamos visitado de forma virtual en su web, es un local “liberal”, no dije nada y entramos, ahí empezó una noche de sorpresas.
Nada mas cruzar el umbral, una pareja se acercó, mi diosa se presentó y se saludaron como buenos amigos, quise preguntar pero no tuve lugar, se volvió hacia mi y me dijo “disfruta, sé que te va a encantar”, para continuar ordenándome me desnudase, lo hice y, la señora de la pareja le tendió algo, un collar con cadena, me lo colocó y le dio la cadena a ella.



Me vendaron los ojos y, sentí, como alguien mas me anudaba los huevos.




A partir de ahí las cosas se sucedieron vertiginosamente, fui azotado, pinzado, y, repetidamente, mi culo recibió penetraciones hasta que perdí la cuenta.




¡No me podía creer lo que estaba pasando!, mi mujercita se había lanzado a cumplir una de mis mas locas fantasías.




De repente me quitaron la venda, no esperaba lo que iba a ver. Allí estaba yo, atado  desnudo, usado y, frente a mi, mi diosa, totalmente desnuda y de rodillas, el silencio era sepulcral, era una especie de ritual, respondía a una serie de preguntas, siempre dócil y entregada, ¿qué le cuestionaban?, pues ni mas ni menos que su aceptación a convertirse en la sumisa de los presentes.




Ante mi aceptó las condiciones y los limites, esa noche se entregaba para que se dispusiese de ella y su sumiso a capricho.




No hubo terminado de aceptar cuando unos fuertes azotes en mi culo y mi polla dieron la señal para empezar.




La ataron, la sobaron a placer sin contención.




la pasearon a 4 patas y la exhibieron.





 No dejaron un agujero de su hermoso cuerpo sin cubrir por los miembros de los presentes, naturales y artificiales.




Mis sensaciones eran tremendas, estaba viendo a mi esposa, mi diosa, poseída y usada como una esclava mientras, yo, recibía el mismo tratamiento.




¡Y yo que esperaba un sábado corriente!.



Al final, destrozados, fuimos desatados, nos duchamos, nos vestimos y volvimos a casa.
“Cielo, no te acostumbres, somos un matrimonio modelo y esto tómalo como nuestra canita al aire”, me dijo antes de caer rotos en nuestra cama.
¿Quién sabe?, hay cosas que una vez se prueban enganchan.